
Para su cultivo se utilizan fertilizantes 100% naturales (estiércol) que unido a la milenaria técnica del barbecho (dejando materia vegetal en el suelo), consigue suelos más fértiles, hidratados y que absorben más emisiones de dióxido de carbono.
Protege la capa de ozono
Además, al rotar los cultivos, las economías de los pequeños agricultores son menos vulnerables al clima, a las malas cosechas o a los “caprichos del mercado”.

Para su producción se emplean fertilizantes sintéticos a base de nitrógeno.
El óxido nitroso tiene un efecto invernadero 300 veces más potente que el dióxido carbono.
Además, sumados a los plaguicidas, contaminan las reservas de agua provocando graves problemas de salud en humanos, animales y otras plantas.
Algodón convencional utiliza el 10% de los insecticidas del mundo.